José Antonio Jiménez (Chichi), mi padre |
(Fragmento del Libro “Recuerdos y Más” De El incomodo)
“El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos” dice la canción de Pablo Milanes, y esa verdad inevitable un día tocará a nuestra puerta. De todos los seres que habitan este planeta, solo nosotros, los humanos, nos damos cuenta cuando nuestra vida esta llegando a su etapa final. El ocaso de nuestra existencia, se nos asoma a una esquina del alcance de nuestra mirada. Sin saber como, ni cuando, nuestro cuerpo comienza a dar señales de que nos estamos poniendo viejos.
Cuando nuestra vida esta doblando la curvita de la “Paraguay”, nuestro cuerpo comienza a tomar formas extrañas, y a crecer en direcciones raras. Si estamos desnudos, y de pie, nos dá problema ver nuestra “chola”, debido a que se ha “encogido”, y al crecimiento desmesurado de la barriga. Pareciera que tenemos cinco meses de embarazo. Y es que sin darnos cuenta, una “ñoña arrocera” a sustituido, lo que en el pasado era nuestro abdomen cuadriculado.
Cuando la vida nos esta por cantar “Games over”, por más que disimulemos no nos gusta la música moderna. En nuestro interior pensamos que eso es una “vaina” de locos; pensamos en lo ridículo que es un viejo oyendo reggaeton. No tenemos ni la más minima idea de quienes son: Justin Bieber, Chimbala, Calle13, Barbarella, Eminem, David Kada, Miley Cyrus, Tueska, Mozart “la para”, Rhiana, etc. Contrario a lo que pensábamos hace un tiempo, ya no nos parecen tan aburridas las canciones de Camboy Estévez, Julio Jaramillo, Odilio González, y Anthony Ríos. Ahora hasta nos gustan.
Cuando la vejez comienza a decir “hello people”, perdemos el interés en mantener una figura atlética como la de John Cena. Las pesas de laticas de salsas, las que fueron nuestras mejores amigas, descansan en una esquina olvidada del patio trasero, debajo de una silla de madera rota. Antes hacíamos hasta cincuenta pechadas, para que nuestro cuerpo fuera como el de Stallone. Ahora si hacemos diez, debemos llamar a nuestra mujer para que nos eche agua, y nos ayude a parar del piso. Es en esa etapa cuando nuestros hijos nos comienzan a decir: “Papá deje eso”.
Si la edad nos quiere cantar “Bingo”, el cuerpo nos pide un examen un poco controversial y vergonzoso. De buenas a primera, nos comienzan a doler los testículos…¡ Sí mis amigos, es la Próstata¡. Estos exámenes son los más traumáticos, para aquellos que se consideran “Purititos Machos”; aunque para otros son agradables. Cuando el dedo “entra”, los gestos de nuestra cara, indicarán el nivel de hombría que tenemos. Un amigo mío, en el momento estelar del examen de la próstata, miró al médico y le dijo: “Pero dime algo bonito, por lo menos”.
Cuando la vida nos quiere mandar a “Paseo Tablado”, no tenemos problemas en quedarnos en la casa un sábado en la noche. Esto era impensable hace unos “Añitos”. Las noches del sábado, eran fiesta, romo, mujeres y gallos. Ahora con la paciencia de lo vivido, esa noche nos quedamos en casa sin ningún remordimiento. A veces mirando un juego de baseball, jugando bingo con los vecinos, o dominó con unos amigos. Ya terminaron los domingos en que nos levantábamos “loco de una resaca”, y con una ponchera de vómito al lado. Se fueron los días en que amanecíamos sin un “Centavo” en los bolsillos, y con un
“morao” en la cabeza, del que no teníamos ni la más mínima idea de cómo llegó allí. Ahora, sin decidimos “beber” y “janguiar”, sabemos hasta donde, ya que ahora esta en juego el “moro” de los muchachos.
Cuando nos estamos poniendo viejos, el ímpetu sexual es limitado por el cansancio físico. Antes una noche de sexo, era todo un maratón de posiciones salvajes, desenfrenado, y sin tabúes. Ahora, después del segundo, debemos echarnos agua, y contar hasta mil. El sexo se convierte en sedentario, casi siempre lo hacemos solo con nuestra pareja. Si nos ponemos a inventar con una “menor”, nos dá tres sacudía, y “ole”… ¡e pa`fuera que va ¡. A nuestros amigos les decimos, que aunque la menor tenía caja de bola en la cintura, nosotros la matamos… eso es mentira, ya que probablemente ella este con su novio ahora, terminando lo que usted empezó. A esta altura de edad, es imposible hablar de cuatro polvos en línea, claro a lo “caravaquero”…… ¡Que Viva La Viagra Carajo¡
A mis cuarenta y tres años de edad, pienso que la vejez es una etapa hermosa de la vida, que debe ser recibida con orgullo. Como me hubiera gustado tener, en el pasado, la experiencia que ahora poseo. Así podría cambiar algunas malas decisiones que tomé. Debo confesarles, que a esta edad, se siente cierto grado de añoranza por el pasado, y un poco de miedo por el futuro. Otra cosa que deseo expresarles, es que la edad es un estado mental. No es cierto que el deseo sexual, se aminora con los años, eso es un mito que nos han inculcado.
(Agosto – 2007) (Fragmento del Libro “Recuerdos y Más” De El incomodo)
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