18 mayo 2013

Entendiendo los Escritos Bíblicos


Mis dilectos amigos, cuantos de ustedes tienen como hábito leer las sagradas escrituras? (la Biblia). Es posible que hayan leído un texto, pero no tienen la costumbre de continuamente meditar en un pasaje o lo que sería ideal, tener un plan anual para leer durante un año las escrituras tomando una lectura de tres (3) capítulos diarios y cinco (5) capítulos los domingos.
Para los que somos creyentes en Dios, la Biblia es la palabra escrita que el señor nos dejó, con el propósito de que tengamos una orientación en nuestras vidas, para que podamos tomar buenas decisiones en las circunstancias que nos toque afrontar, para poder controlar los instintos primitivos ( El amor y los negocios) que nos pueden hacer fracasar y que nos sale de la naturaleza humana, y para ofrecernos un camino de salvación de la muerte eterna por medio de la cruz de cristo.
Si la Biblia es entonces un recurso tan valioso, un arma tan poderosa y un aliado tan efectivo para evitar el fracaso y tener éxito en nuestros proyectos, mi recomendación no es solamente que se lea la Biblia sino que se entienda lo que usted lee. Que quiero decir con esto?, que lamentablemente las pocas personas que leen las escrituras un porcentaje bajo la entiende y la gran mayoría no comprende nada.
En el capítulo 8:27-35 del libro de los Hechos de los apóstoles, el escritor narra sobre un Etíope que había ido a Jesusalem a adorar y cuando retornaba a su país en el carro (de caballos por supuesto), leyendo el libro del profeta Isaías, se le acerco Felipe (predicador del evangelio) y le hizo la siguiente pregunta: ¿Entiendes lo que lees?, entonces el Etíope le contesta: “Y como podre si alguno no me enseña?”. Fíjense que este señor estaba leyendo, pero no estaba entendiendo y en este punto es en el que necesitamos hacer énfasis, de nada vale leer de manera rutinaria.
Ahora bien, porque es que no se entiende lo que el señor nos expresa?. La respuesta la encontramos en la epístola de primera de Corintios en su capítulo dos (2) versículo catorce (14), que dice: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Cuando este verso dice hombre natural, quiere decir un individuo que espiritualmente no está identificado con Dios, es una persona no transformada, no convertida.
Recuerden el caso del fariseo Nicodemo que a pesar de ser un erudito de las escrituras en ese tiempo, cuando el señor le dijo: “El que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios”, Nicodemo no entendió porque le contesto: “Como puede un hombre nacer siendo viejo, acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer”. Obviamente que esto no es posible, pero se trata de que el señor le estaba hablando en términos espirituales y tuvo que decirle entonces: “ El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, pero no sabes de donde viene ni a donde va, así es todo aquel que es nacido del espíritu.
El hombre natural entiende que las cosas de Dios son locura, es decir asuntos sin lógica, sin sentido, pero ya pueden ver que tratar de entender los propósitos de Dios, no es como si usted leyera Cien Años de Soledad de Gabriel Garcia Márquez o El Quijote de Miguel de Cervantes o los Miserables de Víctor Hugo, o cualquier obra literaria o política. Usted necesita tener un toque espiritual cuando toma en sus manos las sagradas escrituras.
En la segunda epístola del apóstol Pablo a Timoteo capitulo dos (2) versos quince (15) y dieciséis (16) se recomienda lo siguiente: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse que usa bien la palabra de verdad”. Mis expectativas son, que ustedes puedan adoptar el pedido que hizo el rey David cuando clamaba: “Abre mis ojos y mirare las maravillas de tu ley”


ramdelarosa@yahoo.com

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